Desde la invención de la fotografía, la arquitectura se ha servido de ésta como medio fundamental de difusión, pero, sobre todo, como medio de mercantilización del objeto arquitectónico. A través de la fotografía la arquitectura se ha presentado como un objeto acabado, desligado de los procesos sociales, ecológicos, políticos y económicos necesarios para su creación, como un objeto descontextualizado y “neutro” cuya producción puede realizarse al margen de una postura ética-política.

En este sentido, el Estado ha empleado históricamente a la arquitectura como un fin para consolidar sus discursos e ideologías dominantes, dejando claro que no existe aquella supuesta “neutralidad” de la arquitectura y, consecuentemente, tampoco de la fotografía de arquitectura.

Ejemplo de esta relación íntima entre la arquitectura y el poder del Estado es la obra del (H) Colegio Militar, proyecto ganador del concurso convocado durante el sexenio de Luis Echeverría en 1971 (el mismo año del halconazo y a tres años de la matanza de Tlatelolco) ganado por Agustín Hernández y Manuel González Rul.

“Raíces”, “Cultura prehispánica”, “Monumentalidad”, “Grandeza”, “Patria”, “Mestizaje”, “Modernidad”, “Pasado y Futuro”, son conceptos asociados a esta obra, mismos que la institución castrense enarbola discursivamente como pilar del Estado mexicano moderno que en 1976, año de inauguración de la obra, estaba en plena consolidación y apogeo.

Pero, ¿cómo usar la fotografía como medio para reflexionar críticamente sobre la producción arquitectónica?, ¿cómo ser autocrítico con mi trabajo como fotógrafo de arquitectura?, ¿cómo hacer una narrativa visual de esta obra situada en el contexto sociopolítico actual?, ¿cómo tomar una postura ética-política en la coyuntura de militarización del país y hacerla patente a través de la fotografía en el contexto de esta exposición sobre un edificio militar?,¿cómo evitar tomar la cámara y decir: “hoy fue un día soleado”?

Esta pieza disputa la narrativa hegemónica de la fotografía de arquitectura comercial partiendo de una mirada crítica que entiende a la arquitectura como un proceso complejo de relaciones sociales mediadas por el poder y la dominación, reconociendo su agencia en el contexto sociopolítico y económico en el que se sitúa históricamente.

Es así que establezco mi posición estética-política desde mi hacer fotográfico invirtiendo los colores de las fotografías blanco y negro como metáfora visual de la inversión de las funciones que, supuestamente, el ejército mexicano dice tener como institución del Estado: de estar al servicio, cuidar y proteger a la población, a ser un instrumento represivo y de control para la sociedad cuyo objetivo es velar por los intereses político-económicos del capital.